Corazón flojo
Hoy intenté arrancarme el corazón. Desperté con la extraña sensación de que estaba un poco flojo. Al principio no le di importancia, pero a medida que fue avanzando el día, la sensación se fue haciendo cada vez más molesta. Comencé a empujarlo un poco de manera inconsciente, para tratar de acomodarlo en su sitio. Después de un rato empecé a sentir que su sitio ya no estaba dentro de mi pecho.
A medio día la molestia se volvió insoportable y decidí que lo mejor sería arrancarlo. Empecé jalando un poco las arterias intentando que se desprendiera, pero cada movimiento era más doloroso que el anterior. Pensé entonces que debía arrancarlo de golpe. Me acerqué a una chica que me pareció fascinante. Era una de esas chicas que no pueden evitar romper los corazones de los hombres. Amarré mi corazón a sus ojos con un listón de seda y esperé a que se alejara.
Cuando se fue sentí un tirón tan fuerte que creí que mi corazón se había desprendido. Pero en lugar de eso me quedé con un corazón desgarrado que colgaba de mi pecho sostenido solamente por un pequeño pedazo de carne hinchado. El dolor se hizo insoportable al punto en el que la más ligera brisa de aire me provocaba sensaciones punzantes.
Pasé las últimas horas de la tarde intentando ignorar el dolor, pero fue inútil. El dolor se fue haciendo cada vez más intenso. Por un momento creí que el sufrimiento me mataría. Se me cerró la garganta y no fui capaz de respirar. Mi visión comenzó a cerrarse hasta que todo se hizo negro. Empecé a sentir tanto frío que creí que me rompería por completo. Entonces el dolor desapareció y junto con él todos mis malestares.
Descubrí un trozo de carne negro tirado frente a mí. Era mi corazón que se había desprendido al fin. Hace tiempo que no me sentía tan tranquilo. Sé que esta noche dormiré muy bien.