Halloween 2022
Halloween es mi fecha favorita. Esa es la razón por la que he decidido estrenar este blog el día de hoy. Me gusta ver las decoraciones de monstruos, calabazas y fantasmas de sábanas por todas partes. Me gusta la música alusiva y me gusta que se estrenen películas y libros de terror, uno de mis géneros favoritos. No recuerdo cuándo me empezó a gustar el Halloween, o si es que siempre me ha gustado. Pero hay un recuerdo en particular que se quedó grabado en mi memoria.
Cuando era niño solíamos visitar Zumpango, un poblado al norte de la ciudad de México donde vivía mi abuela materna. Pueden leer mi cuento La fábrica de tabiques, que se inspira en aquella etapa de mi vida. En otras ocasiones un grupo de vecinos me invitaba a salir a pedir dulces con ellos, pero en esa ocasión nos tocó pasar la fecha en Zumpango con mis primos.
Yo tenía la idea de que en Halloween las casas se decoraban con calabazas porque era lo que veía en las películas, pero en México no se celebra y, en cambio, es muy importante el Día de Muertos. Con la influencia de las películas y series de Estados Unidos y la importancia del Día de Muertos, se han terminado mezclando ambas fechas y en este país se sale a pedir calaverita el 1ro de noviembre.
En aquella ocasión yo quería llevar una calabaza con una vela como veía que hacían en las películas. Mi abuelita, por supuesto, quiso apoyarme en esa idea y me consiguió un chilacayote, que es un fruto que se utiliza en la gastronomía mexicana y que no se parece a una calabaza, pero fue lo más cercano que pudo conseguir. Convencí a mis primos de ayudarme a limpiarlo y los tres salimos a pedir dulces llevando nuestra creación. Duró poco, por supuesto, porque, a pesar de pertenecer a la familia de las calabazas ese fruto tiene una corteza mucho menos resistente. El calor de la vela hacía que fuera imposible tenerla con la tapa puesta y caminar con el chilacayote destapado (sin albur) provocó que se apagara en los primeros 10 minutos del viaje. Igual pude hacer el recorrido llevando aquella artesanía y para mí fue algo maravilloso.
El gusto de salir a pedir dulces me duró muy poco porque la infancia pasa demasiado rápido y para cuando uno se da cuenta ya es adolescente y demasiado grande para andar pidiendo dulces. Pronto tuve que recurrir al pretexto de cuidar a los vecinos más pequeños o a los sobrinos para poder seguir haciendo esos recorridos. Y es que me gusta mucho disfrazarme.
En los disfraces encuentro una libertad que me resulta única. En los cuentos se pueden crear seres fantásticos, pero con los disfraces uno puede convertirse en ellos. Por eso prefiero disfraces que salgan de mi imaginación y que los arme con distintos elementos que haya encontrado por casualidad, aunque siempre me terminen preguntando que de qué me disfracé y pongan cara de extrañeza cuando les contesto que de monstruo.
Desde pequeño me resultaba atractiva la idea de los monstruos, no como algo que me diera miedo sino como algo que me resultaba fascinante. Tal vez empezó con las películas, particularmente Nightmare Before Christmas de Tim Burton. Esa película logró impactarme desde esa primera secuencia del rey calabaza, y también es muy seguro que desde ese momento haya comenzado mi obsesión con los fantasmas de sábanas. Lo que me lleva a otra de las cosas que me gustan de estas fechas, que todo está decorado con telarañas, calabazas, monstruos, gatos negros, brujas y, desde luego, fantasmas de sábanas.
Los monstruos, sin duda, siempre han tenido un lugar muy especial en mi vida. Aunque prefiero a esos seres que se usan como una herramienta para explorar la condición humana y no aquellos que son solo un pretexto para un espectáculo sangriento. Y en ello radica también mi gusto por el género de terror, no solo en películas sino también en la literatura. Mi vida no sería la misma si no me hubiera encontrado, desde mi adolescencia, con los textos de H. P. Lovecraft, que terminarían abriéndome las puertas a otros autores de su círculo como Clark Ashton Smith, August Derleth o Robert Bloch, con Robert E. Howard como caso aparte pues, con Conan, me llevaría además por el sendero de la fantasía, del que ya hablaré en otra ocasión. Después conocería a otros autores como Arthur Machen y Algernon Blackwood, en los que encontraría la mezcla de todo lo que me gusta con sus oscuras historias relacionadas con el mundo de las hadas.
Por supuesto, no he mencionado a Edgar Allan Poe, no porque no sea importante sino porque lo es demasiado. Aunque encontrarme con sus textos no fue otra casualidad, sino que se encontraba entre los textos de la escuela junto con los de Horacio Quiroga. También en la secundaria conocí los libros de R. L. Stine, cuyos libros se vendían dentro de la escuela en estas fechas (no acaban las razones por las que esta temporada me hace tan feliz). En otra ocasión les contaré más sobre estos autores que han influido en mí y por qué espero poder llegar a escribir como ellos.
Como podrán darse cuenta, Halloween es muy importante para mí porque me permitió encontrar el mundo de las historias de terror de las que nacieron mi influencia literaria y mi deseo por convertirme en escritor. Para cerrar esta primera entrada solo quiero desearles que disfruten este Halloween. Pónganse un disfraz, coman dulces, hagan un maratón de películas (o de la serie Guillermo del Toro’s Cabinet of Curiosities que está excelente) o lean cuentos de terror; olviden los prejuicios sociales, aunque sea por un día y sean felices, siempre.

Muy buen inicio. Coincidimos en algunas cosas. Muy chido tu disfraz!
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